El invierno, momento para la búsqueda de calor interno

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El 20 de junio se produce el solsticio de invierno, la noche más larga del año y la entrada a una estación de serenidad e introspección. Bien es sabido que es la época más fría del año, estación de recogimiento, interiorización, descanso y reserva de nuestra energía. Este fenómeno natural hace que el mundo hiberne y que nuestro metabolismo orgánico se ralentice. De ahí el importante cambio en la nutrición, la búsqueda de calor, el refuerzo corporal y del dualismo contacto-escucha con nuestro interior.

Es muy probable que nos sintamos agotados, sin fuerza vital. El frío también puede afectar a nuestro cuerpo produciendo dolor y molestias articulares, artritis, artrosis y dolor lumbar. Al ser los días más cortos y con menos horas de luz solar, puede aparecer cierta melancolía, tristeza o apatía, incluso el llamado trastorno afectivo estacional (SAD). Por ello, en esta estación prestaremos atención a dos aspectos: la calorificación interna y el fortalecimiento del sistema nervioso.

Según la medicina tradicional china, esta estación se relaciona con el elemento Agua y con los órganos de los riñones y vejiga. En nuestro planeta, la mayoría del agua tiene su origen en el mar, de sabor salado, por ello también se asocia este elemento con el sabor salado. De hecho, según nuestra medicina convencional, cuando se padecen afecciones de hipertensión, renales, cardiacas o retención de líquidos, suele deberse a un exceso de sal en la dieta. El frío estacional puede dañar los riñones, produciendo dolores lumbares, por lo que trataremos de mantenerlos calientes y resguardados del frío.

 

Nutrición en invierno

En invierno predominan el agua y el frío, por ello debemos buscar el equilibrio nutricional aportando los elementos contrarios: fuego y calor. Como norma general, comeremos alimentos más cocinados, siempre de estación, a una temperatura tibia o caliente. La dieta será tonificadora, e incluirá también especias que nos activen como canela, pimienta, cúrcuma, ginseng, cardamomo, nuez moscada, jengibre o pimienta de cayena, y hierbas de naturaleza caliente como tomillo, romero, salvia, albahaca, cilantro u orégano.

Por lo general los alimentos crudos son siempre mejores que los cocinados, así mantienen su integridad en tanto vitaminas, minerales y contenido enzimático; pero en invierno, nos encontramos con la dificultad de que los alimentos crudos promueven el frío al interior del organismo, por lo que si observamos con detención, es nuestro mismo cuerpo el que nos pide comida caliente para que así ese calor se expanda desde adentro hacia afuera. Claro está, que esto último ocurre siempre y cuando nuestro cuerpo esté funcionando de la manera correcta y no esté acumulando toxinas a raíz de que nuestros órganos emuntorios estén obstruidos, sea por dieta o emoción. Recordemos que según la MTC (Medicina Tradicional China), la emoción que predomina en invierno al ser este correspondiente al elemento agua y a los riñones, es el miedo. Un riñón equilibrado nos permite afrontar los retos y llevar a cabo nuestros ideales sin miedo. En cambio, si el movimiento Agua está en desequilibrio, la persona se caracteriza por ser miedosa, con poca fuerza de voluntad, insegura, prudente en exceso, indecisa y con falta de compromiso. Vivir con miedo o recibir un susto excesivo puede dañar, a su vez, a los Riñones. El sabor asociado al Riñón es el salado; la sal (siempre y cuando sea de mar) en su justa medida (una cucharilla rasa al día) y cocinada, tonifica al movimiento Agua (Riñón-Vejiga). Tiene una naturaleza Yin, moviendo la energía hacia dentro y abajo, beneficiando a los huesos. Un exceso de sal estimula demasiado a los Riñones dañándolos, debilita los huesos, la Sangre y el Corazón.

 

En ayunas

Empieza el día con un vaso de agua tibia, un  jugo de naranja o una suave infusión de té verde para reforzar tu sistema inmune, o bien una infusión de jengibre, sobre todo si sueles padecer resfriados o infecciones.

 

Desayunos

Tazón de muesli o copos de avena con bebida vegetal, el energético porridge de avena con frutos secos (3 o 4 almendras o nueces) o un jugo de plátano y pera; alimentos que generen calor y te activen desde el amanecer.

 

Comidas y cenas

Incluye una taza de caldo digestivo a base de verduras de raíz (como nabo, zanahoria, papas con cáscara cebolla o puerro) junto a las comidas, que refuercen tu cuerpo, mente y pulmones.

En cuanto a los líquidos, intenta consumir agua tibia e infusiones de hierbas que permitan tonificar e hidratar tu organismo.